Escultura griega
Kurós Anavyssos
Pertenece al período arcaico, por lo que debe datar del s. VIII a.C. al s. V a. C. Es de autor desconocido. Aparece representado un joven atlético. El tratamiento del cuerpo humano es muy geométrico y rígido, en una postura hierática, o carente de movimiento. La figura está pensada para ser vista de frente, lo cual recuerda a la escultura egipcia, ya que sigue levemente la ley de la frontalidad y no tiene volumen. Los brazos están totalmente pegados al cuerpo, y los puños están cerrados dando la imagen de tensión. Las piernas están separadas y la derecha está adelantada en un intento por mostrar movimiento. Las rodillas están resueltas en forma de triángulo, y las únicas líneas marcadas son la inguinal y la pectoral. El resto de la musculatura es casi plana. El pelo aparece totalmente pegado al cuero cabelludo y está tratado de forma muy geométrica. En el rostro aparece la llamada sonrisa arcaica, forzada y sin motivo aparente, y la forma de los ojos es almendrada.
Poseidón de Artemisión
Ubicada en el período de tránsito entre el arcaísmo y el clasicismo, se atribuye a Mirón aunque no se ha podido confirmar. En esta escultura se comienza a ver el paso del estatismo arcaico hacia el movimiento. Los brazos de este Poseidón están separados del cuerpo en forma de cruz; probablemente con el derecho fuera a arrojar un tridente (atributo propio de este dios), y con la izquierda se diera impulso. La cabeza está girada hacia la izquierda, y el torso se encuentra de frente. Las piernas también se encuentran algo separadas, el peso se apoya en la izquierda mientras que la derecha queda levemente posada sobre los dedos del pie.
Apoxíomeno
Fue realizada por Lisipo sobre el s. IV a. C. En la escultura del período clásico cambia el concepto de representación del cuerpo humano, y las figuras pierden todo su estatismo para convertirse en piezas de bulto redondo, es decir, están hechas para ser contempladas desde cualquier punto de vista. Esta escultura, además, tiene volumen espacia. Ambos brazos se encuentran estirados hacia delante, de forma que ocupa una cantidad de espacio que la hace más realista y la involucra con el lugar donde se encuentra. También se aprecia el contraposto; el cuerpo se sostiene sobre una sola pierna y la otra queda doblada. El torso no es completamente frontal sino que está girado dando la gran sensación de movimiento. Este efecto se completa con el giro de la cabeza en sentido contrario, dotando a la figura de humanidad. A esto se suma la expresión del rostro, que al contrario del Kurós es serena y muestra sentimientos más naturales. El cabello está trabajado con más volumen. Además en ésta figura se emplea el cánon de ocho cabezas, lo que la hace más estilizada. Representa a un joven atleta limpiándose con unestrígile, un instrumento que servía para quitar el aceite o la arena del cuerpo.
Hermes con Dionisos niño
Obra de Praxíteles. La copia romana que se conserva está realizada en mármol y data del s. I d.C., aunque la original griega sería en bronce, del s. IV a.C. Se trata de un grupo escultórico que representa a Hermes,quien sujeta en su brazo izquierodo a Dionisos en forma de niño pequeño. Praxíteles fue quien introdujo en la escultura la llamada curva praxiteliana,con la cual coloca la cadera a dos alturas al apoyar todo el peso del cuerpo sobre una pierna recta y dejar la otra flexionada. Utilizó el cánon de siete cabezas y media, una proporción mucho más armoniosa. Una de las características de la obra de este escultor fue la minuciosidad con la que llevaba a cabo el pulido de la figura, dando a la piedra, una textura casi incorpórea.
Laocoonte y sus hijos
Este grupo escultórico está datado en el s. III a. C. Está realizada en mármol blanco, pero es una copia romana, probablemente del s. I d. C.; el original era en mármol rosado. Representa el mito de Laocoonte, un sacerdote troyano que alertó de que en el interior del caballo se escondían tropas aqueas y propuso quemarlo. Como castigo por querer destruir el regalo del dios, dos enormes serpientes surgieron de las aguas y devoraron a sus hijos, y más tarde a él mismo, cuando intentó protegerlos. Esta escultura muestra con gran realismo los momentos de angustia y dolor que debieron pasar estos personajes. La expresión gestual, la tensión de los músculos, la torsión de las extremidades y la orientación de las figuras crea un ambiente de comunicación entre las tres figuras que recrea el drama de la situación: la desesperación de un padre que contempla con impotencia cómo sus hijos son devorados.
Y hasta aquí el análisis de estas 5 importantes esculturas del arte griego.
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